Celos, Paranoia y REDES SOCIALES
– Gaby ¿Qué experiencia nos puedes compartir acerca de los problemas que tienen las parejas
debido al uso de las redes sociales?
-Definitivamente es un gran tema por el que muchas parejas llegan al consultorio.
Las redes sociales no hacen más que evidenciar problemas de comunicación que ya existían en la
pareja y que no se habían podido ver de una manera tan clara como el mundo virtual nos lo revela.
-¿Podrías darnos algunos ejemplos?
-Por supuesto.
Un caso muy común es el de las personas con tendencias paranoides y celotípicas, quienes suelen
sufrir mucho y hacen padecer a su pareja. Si ambos manejan Instagram, Facebook u otras
plataformas en donde hagan públicas experiencias de su vida cotidiana o publicaciones
preparadas para algún fin, pueden surgir fricciones que son como chispas que generan incendios
que a veces se pueden extinguir con facilidad y muchas otras perduran hasta dejar en cenizas la
relación.
El mero hecho de navegar en la web, usar correo electrónico o contestar mensajes o llamadas
puede desatar en la persona paranoica sospechas de que su pareja le está siendo infiel, o está
“robándole” tiempo precioso que pudiera pasar con él o con su familia en el caso de haber hijos o
convivencia con la familia extensa, como padres, abuelos, primos, etcétera.
-¿Nos puedes explicar a qué te refieres con personalidad paranoide o celotípica?
-Con mucho gusto, y además te adelanto que todos tenemos núcleos paranoides que se pueden
despertar en cualquier momento, así que por favor pongamos mucha atención.
El término “paranoia” es una palabra griega que significa locura o desorden del espíritu. El término
se utilizaba de manera muy amplia en la Psiquiatría, y poco a poco se fue delimitando hasta
considerar que para que se hable de paranoia deben existir “delirios” o “pensamientos delirantes”-
Entre los delirios está:
- El delirio de persecución
- El delirio celotípico
- El delirio de grandeza
Te explicaré un poco cada uno, después de aclarar a lo que me voy a referir con la palabra
“delirio”. Para hacerlo muy fácil, es un estado de alteración mental en el que prevalece una idea
fija la mayor parte del tiempo y que de la que la persona no se puede liberar. La idea puede ser
que la van a matar, que su pareja la engaña, o que van a llegar seres de otro planeta a devastar la
tierra. Hay delirios que permiten que la persona continúe con su trabajo y su vida cotidiana y otros
que impiden que se desempeñe de manera satisfactoria en las diferentes áreas de su vida hasta
incluso llegar a tener que ser medicados u hospitalizados. Entonces, qué pasa con las redes sociales,
que muchas veces evidencian claramente delirios que ya estaban previamente en la persona y los
exacerban. Te voy a explicar brevemente los tipos de delirios a los que hice alusión.
El delirio de persecución hace referencia a una persona que cree que se le está haciendo daño, o
que literalmente la están siguiendo de forma continua para perjudicarla en algún momento. Aquí
por ejemplo podemos entrar en un tema muy controvertido como lo es el de la “brujería”. Hoy en día
un gran número de personas en todo el mundo, creen que otros individuos tienen el poder de
causarles enfermedades, mala suerte o alejarlos de su ser amado. En mi opinión personal, aun en
dado caso que haya personas que le deseen el mal a alguien y lleven a cabo rituales para causar
este daño, si la “víctima no tiene un nivel de vibración baja, es decir de miedo, negatividad, queja
continua, no hay forma de que se vea afectada por el brujo o hechicero. Por eso es tan importante
trabajar diariamente en elevar el nivel de conciencia; pero eso ya es un tema aparte que abordaré
en otro momento. Hablando de redes sociales, hay quien asegura que hay alguna persona que sigue
sus movimientos a través de sus cuentas para imitar sus conductas y robarle al ser amado, o bien
que postea fotografías o historias con el único fin de causarle celos y dolor, al darle pistas de que
esa publicación se refiere a momentos que ella o él estuvieron son su ser amado en un acto de
infidelidad. Quiero mencionar que en ocasiones, a veces en medio de conductas celotípicas o no,
también las redes nos muestran evidencias de engaños reales, pero, nuevamente, ese será motivo de
otra plática.
El delirio celotípico consiste en creerse engañado por la pareja, aunque existan evidencias de que
no está sucediendo. A veces es la idea de que ya sucedió o que sin duda ocurrirá en el futuro. El
celotípico decide ver como evidencia cualquier conducta que el ser amado pueda tener. Un
retraso para contestar el teléfono, el mensaje de whats app, un cambio de foto de perfil, un saludo
menos efusivo por la mañana, el que se haya comprado ropa nueva, o incluso el que proponga un
nuevo juego sexual, mismo que puede atribuir a que ha conocido a “alguien” nuevo que se lo esté
enseñando. También a la celotipia se le llama síndrome de Otelo porque justamente en esa
tragedia son los celos el sentimiento perturbador que lleva a Otelo a matar a su mujer y a suicidarse
posteriormente, cundo descubre que no lo había engañado.
El delirio de grandeza afecta a personas que creen ser muy superiores que el promedio, y
raramente llegan al consultorio por ellas mismas; sin embargo cuando la pareja se ve afectada, es
posible que el megalómano pise el recinto terapéutico como resultado de un ultimátum de divorcio.
En estos individuos suele coexistir un complejo de inferioridad que evitan sentir a toda costa
mediante los mecanismos de defensa de minimizar a los demás, incluyendo hijos o pareja. En estos
casos aunque el tema principal pueda no ser los celos, la crítica destructiva constante hacia los
seres queridos , en cuanto a cómo manejan sus redes sociales, sus amistades y el querer ejercer
control sobre ellos, son los temas que conllevan rupturas amorosas o relaciones tóxicas de largo
plazo.
Antes de que las redes sociales y el uso de internet se extendieran de la manera que se encuentran
actualmente, los trastornos paranoides existían, y no creo que los casos más graves hayan
aumentado por la tecnología, sin embargo sí opino que los casos moderados y leves se han
incrementado debido al estímulo de amenaza constante que implica el que todos tengamos tan a
la mano la posibilidad de conocer personas de cualquier parte del mundo, de entrar en contacto
con amores del pasado o tener sexo virtual en el momento que así lo deseemos.
-¿Qué es lo que nos toca hacer entonces para evitar que el uso inadecuado de las redes sociales
termine con parejas y familias de la manera en que está sucediendo?
-Como en cualquier ámbito de la pareja, la comunicación y la honestidad son las claves.
Cada pareja debe llegar a acuerdos en cuanto a la manera en que van a hacer uso de las nuevas
tecnologías y plataformas. Algunos aspectos importantes son:
El tiempo que cada uno le va a dedicar a su celular u ordenador.
Yo sugiero que en ciertas horas de convivencia como en la comida o a la hora de la intimidad se
desconecten por completo de la comunicación con el exterior; sin embargo hay casos en los que a
uno o a ambos miembros de la pareja no les es posible debido a su profesión, como en el caso de
los médicos o algunos proveedores de servicios. Siendo así es muy importante la comprensión del
cónyuge, y la posibilidad de salvar algunos momentos “sagrados” cada semana y a lo largo del año,
de tiempo sin ningún tipo de interrupciones. Nuestro ego nos susurra a cada momento que somos
indispensables para nuestros hijos, familia, amigos, colegas o pacientes en todo momento; pero la
realidad es que cada uno de nosotros podemos delegar nuestras responsabilidades al menos una
tarde a la semana y dos o tres semanas al año.
Vamos a analizar cada uno de los puntos anteriores:
El tiempo de respuesta a un mensaje o a una llamada de la persona amada.
Este es un tema candente entre muchas parejas, ya que hay desde las personas que
categóricamente dicen “odiar” el teléfono móvil (o fijo), hasta las que consideran al artefacto su
“compañero de vida” y la posibilidad de estar en contacto con sus seres amados. Algunos de estos
casos son las relaciones entre personas que por circunstancias externas tienen que vivir separados
de sus hijos, padres o pareja.
Entre más distinto sea el grado de apego que se tiene a un móvil, tablet u ordenador, más difícil
será encontrar el punto óptimo para que la pareja pueda sentirse cómoda. Te pondré un ejemplo, a
Mariana, de 40 años, le gusta mantenerse en contacto con su pareja unas tres o cuatro veces al
día, por lo que le pide que le mande un mensaje escrito dos veces durante la mañana y otras dos
durante la tarde. José Emilio, su esposo, de 44 años, se siente que Mariana lo quiere “controlar”
porque él piensa que ella cree que está saliendo con la secretaria nueva que a Mariana le parece
muy atractiva. Es por esta razón que José Emilio no le escribe generalmente ningún mensaje a
Mariana, aunque llega todas las noches a la misma hora aproximadamente, entre ocho y nueve, y
dedica dos horas a su pareja sin interrupción de ningún tipo.
Cuando Mariana le escribe, José Emilio le contesta en promedio tres horas después de que ella
envió el texto, y en cuanto a las llamadas, le contesta una de cada diez.
Habrá quien piense que la solución es muy fácil, que Mariana se conforme con uno o dos mensajes
al día, y José Emilio ceda en esta petición de su mujer. Sin embargo el significado que puede tener
para cada uno ceder en esta situación que parece tan poco trascendente, puede hacer que el
lejos de solucionarse, el conflicto escale hasta llegar a ser inmanejable y provocar una ruptura
definitiva.
La cantidad y cualidad de los mensajes que cada uno desea recibir
Hay parejas para quienes el móvil o el correo electrónico por ejemplo, es una fuente de erotismo
durante el día, que los mantiene cercanos, esperando el momento del encuentro nocturno o de fin
de semana. En cambio hay otras parejas para quienes el móvil es solamente un instrumento de
trabajo y no les gustaría recibir mensajes o imágenes eróticas durante la jornada laboral. Este
puede ser un punto de mucha discordia. Inclusive, para los compañeros que optan por erotizarse
mediante comunicados tecnológicos, puede resultar difícil el tipo de material que maneje el otro.
Hay quienes le demandan a su mujer por ejemplo que le envíe una fotografía de ella en lencería, y
ella siente que esta petición es una falta de delicadeza de su compañero.
La Privacidad de las Redes Sociales
Nuevamente los acuerdos se manejan entre cada pareja. Yo recomiendo que no se den las
contraseñas de redes sociales ni de correos electrónicos, y por el contrario, se trabaje con
desarrollar la confianza en la pareja.
Te recomiendo que leas el artículo Problemas de Comunicación Sexual con tu Pareja